LES DESEO UN BUEN AÑO DE PROYECTOS Y FELICIDAD
ME HAGO ECO DE LO QUE HE LEÍDO FUSILANDO PRIMERO UN ARTÍCULO Y LUEGO LO CAMBIARÉ POR MIS IMPRESIONES. DE MOMENTO VALE LA PENA LEER LO QUE ESTE ARTÍCULO SACABA DE ESTA MUJER COLECCIONISTA.
TERESA LAFRAGUA
"Yo no soy
belenista, los colecciono como medio de transmisión de la multiplicidad
cultural del mundo"
Comenzó con siete belenes, muchos de ellos adquiridos pieza a pieza
"con las dos pesetas que tenía de paga de muy pequeña", y ahora ya cuenta
con la friolera de 1.223 misterios traídos desde todos los rincones del planeta
hasta conformar una colección única.
ARACELI OIARZABAL - Sábado, 30 de
Noviembre de 2013 - Actualizado a las 06:10h
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Teresa posa con el belén de barro salmantino que se ha comprometido a
pintar (Araceli Oiarzabal)
Vista:
DIRECTORA DEL
MUSEO SANTXOTENA DE ARTZINIEGA, QUE ALBERGA LA XV EXPOSICIÓN DE BELENES DEL
MUNDO
ARTZINIEGA. Desde Euskal Herria, Salamanca, Valencia o Mallorca, pasando por toda
Europa, América, África, Asia y Oceanía. La colección recoge figuras de países
poco o nada católicos como China, Marruecos, Japón o Cuba. Su propietaria se llama
Teresa Lafragua y es directora del Museo Santxotena de Artziniega donde, hasta
el próximo 31 de enero se puede visitar esta heterogénea colección de belenes
del mundo, que cumple su decimoquinta edición.
De 36 belenes en 1998 a 1.223 este año. A este paso la van a hacer socia de
honor de la Federación Española de Belenistas...
No lo creo, más que nada porque yo no soy una belenista profesional al uso.
Colecciono belenes como expresión de creatividad y de transmisión de la
multiplicidad cultural del mundo. Con ellos trabajo el concepto de Navidad como
universalidad. Una especie de denominador común bajo el que se amparan una
serie de acontecimientos, que manifiestan la aspiración global por la creación
artística, plasmando en este conjunto etnográfico, la posibilidad de trasmitir
la propia inquietud de toda expresión social de la vida cotidiana. De hecho, la
muestra nos acerca a los más diversos rincones de los cinco continentes y nos
plantea un abanico de insinuantes sentimientos. Respecto a la cantidad, es
cierto que ha supuesto un gran salto desde aquellas primeras exposiciones que
llevamos a cabo de 1998 a 2008 en el Museo Santxotena de Bozate, en Arizkun
(Navarra). Luego ya pasamos a Artziniega en 2010 con 327 belenes, que en 2011
aumentaron a 703, y en 2012 a 933. Ya no la pienso cambiar de ubicación, por la
cantidad y fragilidad de las piezas. Ahora que lo pienso, el 1.223 es un número
bonito. Igual me compro un décimo de lotería, a ver si hay suerte (risas).
¿Cuántas horas le ha llevado el montaje de esta exposición?
"La
muestra nos acerca a rincones de los cinco continentes y plantea un abanico de
insinuantes sentimientos"
Muchísimas, no sabría decir cuántas. Sirva de ejemplo que empecé el 5 de
octubre y que el jueves, antes de la presentación, aún estaba dando los últimos
retoques, sin contar todo el trabajo previo de los fondos. Me gusta pintar
escenas de los sitios de procedencia de cada belén para darles mayor realce y
que los visitantes, vengan de donde vengan, se sientan identificados con sus costumbres.
Así, si se trata de un aragonés pues tiene detrás El Pilar de Zaragoza, o si es
riojano, viñedos, por poner un ejemplo. Para elaborar el diorama, que es una de
las novedades de este año, acudí a un cursillo de 36 horas y luego hacerlo me
llevó otras 40. A veces me quedo mirando el detalle con el que están pintadas
las babuchas de un rey de marmolina que hice hace unos años y me pregunto cómo
podía tener tanta paciencia.
Se nota que siente verdadera pasión por todas estas figuras. ¿Cuándo
surgió?
Tendría que remontarme a mi infancia. En casa me gustaba poner el belén e
iba al monte con mi padre a coger musgo, que hoy está prohibido. La pequeña
paga que tenía la ahorraba para comprar piezas pequeñitas. La dueña de la vieja
tienda de calle Arriba en Artziniega ya conocía mi afición y me avisaba cuando
le llegaba una lavandera o un pastor. Eran de siete centímetros y aún las
conservo. Recuerdo que el río lo hacía con un espejo, porque no existía el
papel de aluminio, y mucho menos la tecnología que he empleado este año en el
riachuelo de agua real, del belén tradicional con piezas móviles que he montado
a la entrada. Llevaba años diciendo que quería hacerlo y, por fin, lo he
conseguido.
A su juicio, ¿cuál es la joya de la corona de esta edición?
Para el común de los visitantes, sin duda, el tradicional y, dentro de la
sección infantil, el que me ha hecho una amiga con la técnica de las fofuchas
de goma eva o foami, que están tan de moda. Para belenistas profesionales me
decanto por el diorama. Es un belén hecho a escala y metido en un cajón
iluminado que se ve en perspectiva, a través de un cristal. Es una técnica muy
típica de la cultura del belenismo, y de una minuciosidad y preciosismo
increíble. No obstante, el stand estrella de este año esta dedicado a Portugal,
que aglutina 80 belenes.
¿Cuáles son las principales novedades de la sección de países?
Este año hemos ampliado la colección de Perú y Colombia, así como la de
África, gracias a mi hermana que ha estado recorriéndola y ha venido cargada
hasta arriba con piezas de Mombasa, Ciudad del Cabo, Dakar o Namibia. No sé ni
cómo ha pasado los controles de aeropuerto... Mi hermano me ha traído otra
rareza preciosa de Ucrania, y por fin, me he hecho con uno de Bolivia, y otros
de Montenegro y Nueva Zelanda. Además, pese a la dificultad que tiene encontrar
belenes en países de otras confesiones religiosas o incluso laicos, tenemos
ejemplares de Cuba, Japón, Marruecos, o China. Esta colección esta creciendo
gracias a nuestra familia y amigos que vayan donde vayan nos traen un belén.
Otro curioso nos ha llegado de Honduras dentro de una caja tallada. Las figuras
están hechas con semillas y cactus, que me recuerdan mucho al que ya teníamos
de Etiopía. Pero chocantes donde los haya son los de Alaska. Con un iglú de
portal, los reyes viniendo en trineos tirados por huskys, los personajes
vestidos de esquimales y, en vez de burro y mula, osos blancos, nutrias, focas
y renos. No obstante, el que me ha traído de Ecuador el sacerdote Benjamín
Respaldiza no puedo dejar de mencionarlo.
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